Por: Alejandra Pau / La Paz - 08/12/2011
- Por las calles y aceras moldeadas con su fiel estructura pétrea han caminado revolucionarios, artistas, personajes y ciudadanos de todas las épocas. Se dice que hubo baldosas de este tipo a finales de la Colonia, sin embargo, su presencia en calzadas y aceras se potenció en las primeras décadas del siglo XX.
En 1923, a través de la Junta Impulsora de Pavimentación de La Paz, se inició la modernización de la ciudad con el adoquinado de sus calzadas con piedra comanche. Para ello se utilizó la piedra extraída del pueblo de Comanche, ubicado en la provincia Pacajes de La Paz, además de las localidades de Pan de Azúcar y Letanías, en Viacha.
Por aquellos años se planificó la ampliación de la urbe hacia Sopocachi, según cuenta Eduardo Machicado Saravia, nieto de Jorge Machicado, el propietario de la Empresa Minera Canteras de Comanche, que participó en aquella etapa de modernización.
Posteriormente, la empresa fue dirigida por su hijo Flavio Machicado Viscarra, conocido personaje, y después por el hijo de éste, Eduardo Machicado Saravia, que realizó el mismo trabajo de adoquines hasta finales de la década de los 80.
En la década de 1920 se optó por pavimentar las calles con estos adoquines porque eran reutilizables, representaban un menor costo y eran durables en comparación a otras opciones.
“El arquitecto responsable de la tarea fue don Julio Mariaca Pando, en la fase inicial, y a su muerte se hizo cargo el ingeniero Jorge López Videla ('). La primera calle que se adoquinó como prueba de este ciclo fue la Comercio, desde la plaza Murillo hasta la Pérez Velasco. Esa calle fue destruida durante el periodo en que don Raúl Salmón fue alcalde”, cuenta don Eduardo Machicado.
Luego se puso adoquín a las vías de la plaza Murillo y adyacentes.
Símbolo de la ciudad
El ferrocarril Arica-La Paz pasaba por Comanche y trasladaba las piedras a la ciudad, cuenta Machicado. En la primera fase los encargados del adoquinado fueron peruanos y argentinos que sabían del oficio.
Posteriormente fueron miembros de familias en su mayoría de Viacha y algunas de Comanche que aprendieron las técnicas necesarias, dejando la mano de obra, el sudor y la destreza plasmada en calzadas y veredas. Un sacrificio que hoy se valora poco o nada.
Esos trabajadores hicieron figuras como la “aleta de pescado” en las calles, que consiste en colocar los adoquines haciendo una figura de líneas triangulares.
“Desde 1923 hasta 1989 se adoquinaron 300 mil metros cuadrados en La Paz , siendo el déficit en la época de seis millones de metros cuadrados”, dice don Eduardo. Los primeros adoquines medían diez centímetros por 12, después los hicieron de 30 centímetros por 15. El complemento de las calzadas eran las losas que se ubicaban en las aceras y los cordones de piedra instalados al borde de ellas.
Otra utilidad que tuvo la piedra comanche, y que hasta ahora se mantiene en algunos tramos, fue la canalización de los ríos, por ejemplo, desde la Cervecería hasta el mercado Camacho y también en los sillares, caídas de los afluentes en forma de graderías.
La memoria bajo el asfalto
Machicado dice que lo que se hace actualmente es utilizar el adoquín como base y sub base del asfalto. Sin embargo, el director de Mantenimiento de la Alcaldía, Rodrigo Soliz, señala que según su conocimiento desde la década de 1980 no se realiza ese procedimiento. “No sé en qué gestión se hacía, creo que en la gestión de don Raúl Salmón, cuando inclusive en la plaza Murillo se puso asfalto sobre el adoquín (...)”, señala.
Por el contrario, según Soliz, vías como la calle Catacora, que pertenecen al centro histórico de La Paz, están siendo restauradas utilizando la piedra comanche para las aceras. Lo mismo sucede en la calle Sagárnaga.
Robos y cemento
Sin embargo, tanto Machicado como Soliz concuerdan en que existen robos de las baldosas de diferentes calles.
“Hay lugares en los que se utiliza cemento en las aceras porque nos roban. No sabemos para qué, pero me imagino que tienen lugares que cubrir”, afirma Soliz.
También se usa cemento porque la baldosas o adoquines están rotas o partidas. El material que no es utilizado se almacena en un depósito en la avenida Zavaleta y si está en buenas condiciones es reutilizado, según el funcionario.
El monto invertido en uso de maquinaria, tubos, desagües, cemento y materiales de reacondicionamiento utilizados en la calle Catacora fue de 160 mil bolivianos.
Por su parte, la directora del Museo de Muñecas Elsa Paredes de Salazar, Roxana Salazar, que ha sido testigo de los arreglos que se han llevado a cabo en las aceras con baldosas de piedra hasta hace algunos días en la calle Rosendo Gutiérrez (donde se ubica el repositorio), señala que a pesar de que se tomaron dos meses para hacer los arreglos, los resultados son positivos.
“Es necesario que se haga un buen mantenimiento para conservar la estética, la esencia de los barrios, donde hasta los adoquines forman parte la historia y vivencias de los paceños”, dice.